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Alas,
viento y mareas
Corrientes
de mar
(o
de martes temprano)
Espejos
abiertos a la mirada
reflejando
un vuelo;
el
tuyo.
Se
despertó huracanada, sintiéndose presa de un sinsentido. ¿Dónde
estoy?-se dijo. Y no esperó respuesta, tal vez por miedo. Soledad en
la alcoba. Soledad a cuestas. No pasa nada. Todo el mundo está solo.
El sol está solo, la Tierra. Se puso su vestido de lana, se calzó
con cuidado. Sus alas de libélula la arrastraban por el piso. Volaba
por la casa como un peso muerto. (Las alas transparentes apenas
podían). Aún dormida. Solo eso. Ojitos cerrados, con esas alas
apenas; demasiado débiles para un cuerpecito tan frágil, tan
delgado. Prepararse un café matutino para uno. Para una. Tostadas,
dos. Mermelada de rosas. Y un perfume a café y a flores, que
comienza a inundar la casa. Ahora sí: los ojos comienzan a abrirse.
Cuestión de olfato. La vida se instala despacio -aunque ya estaba-
en ese cuerpo de tulipán joven. Sentadita en su silla lee la prensa
temprana, mientras bebe a sorbos su café caliente. ¡Qué bienestar!
¡Qué rápido cambio de emociones!
En
su cara,de piel finita, se instala una sonrisa de nena. El día ha
comenzado. Se da una ducha. La soledad queda colgada del perchero. Se
encrema el rostro, se viste y con esmero guarda las alas dentro del
vestido. Así: ahora estoy lista para hacer de profesora -mirándose
al espejo mientras toma café, come tostada, se maquilla super
guapa-. Se sube a un par de zapatitos de tacón, como de cristal
-solo que más caros-, mientras se lava los dientes, de gata. Le da
un beso a las fotos de sus padres. Retratos en un abedul: la madre de
largos cabellos; el padre, igual que siempre. Canta un rato mientras
riega las plantas. Ya está. Se pinta los labios antes de salir. La
soledad la saluda desde el perchero: vuelvo a la noche -le dice. La
soledad se queda tranquila; baja del perchero y se sienta en su
silla. La otra abre la puerta; se va, cantando como un pajarito.
Soledad la mira por la ventana. Distraídamente revuelve el café que
acaba de servirse. Esperará sentada. Hasta que ella regrese.
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