jueves, 30 de enero de 2014

La silla de la cocina

 .


Alas, viento y mareas
Corrientes de mar
(o de martes temprano)
Espejos abiertos a la mirada
reflejando un vuelo;
el tuyo.


Se despertó huracanada, sintiéndose presa de un sinsentido. ¿Dónde estoy?-se dijo. Y no esperó respuesta, tal vez por miedo. Soledad en la alcoba. Soledad a cuestas. No pasa nada. Todo el mundo está solo. El sol está solo, la Tierra. Se puso su vestido de lana, se calzó con cuidado. Sus alas de libélula la arrastraban por el piso. Volaba por la casa como un peso muerto. (Las alas transparentes apenas podían). Aún dormida. Solo eso. Ojitos cerrados, con esas alas apenas; demasiado débiles para un cuerpecito tan frágil, tan delgado. Prepararse un café matutino para uno. Para una. Tostadas, dos. Mermelada de rosas. Y un perfume a café y a flores, que comienza a inundar la casa. Ahora sí: los ojos comienzan a abrirse. Cuestión de olfato. La vida se instala despacio -aunque ya estaba- en ese cuerpo de tulipán joven. Sentadita en su silla lee la prensa temprana, mientras bebe a sorbos su café caliente. ¡Qué bienestar! ¡Qué rápido cambio de emociones!
En su cara,de piel finita, se instala una sonrisa de nena. El día ha comenzado. Se da una ducha. La soledad queda colgada del perchero. Se encrema el rostro, se viste y con esmero guarda las alas dentro del vestido. Así: ahora estoy lista para hacer de profesora -mirándose al espejo mientras toma café, come tostada, se maquilla super guapa-. Se sube a un par de zapatitos de tacón, como de cristal -solo que más caros-, mientras se lava los dientes, de gata. Le da un beso a las fotos de sus padres. Retratos en un abedul: la madre de largos cabellos; el padre, igual que siempre. Canta un rato mientras riega las plantas. Ya está. Se pinta los labios antes de salir. La soledad la saluda desde el perchero: vuelvo a la noche -le dice. La soledad se queda tranquila; baja del perchero y se sienta en su silla. La otra abre la puerta; se va, cantando como un pajarito. Soledad la mira por la ventana. Distraídamente revuelve el café que acaba de servirse. Esperará sentada. Hasta que ella regrese.

.

No hay comentarios: