domingo, 24 de marzo de 2013

Ankoku

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1

Me muevo desde lo oscuro, como semilla. O mejor, como el movimiento dentro de la semilla. Dentro de mi cápsula empiezo a desarrollar la danza. La primera. Un baile lento, lentísimo, lleno de fuerza que despierta, de brote formándose, de proyecto de animal palpitando en la primera célula del corazón.




2

El tiempo lleva su ritmo, y está afuera, muy afuera; no me toca, no me llega. Mi cuerpo sigue su curso: se encarga de enlazar el movimiento del espíritu.




3

Por aquí andamos, o estamos. Arraigándonos al campo, a la tierra. Formando una querencia. Dejándonos conocer por la gente del pueblo, desarrollando ciertos vínculos que hacen la convivencia más llevadera.




4

Seguimos más de cerca los ciclos de las estaciones. El paisaje de dentro se transforma con el de fuera. A veces, el de fuera, entra abruptamente y abduce al de dentro. Así que nos quedamos medio enredados entre robles, encinas y rocas. Es por eso que nos cuesta movernos, que queremos estar aquí, agazapados, como a punto de saltar, quizás para iniciar otra danza, o para correr con los jabalíes. Pero a esto último le daremos tiempo, pues estos animales nos imponen, a pesar de los estados más silvestres de nuestros espíritus.




5

Esto es lo que nos pasa: nos van habitando otros seres. Algunos están hechos de tierra, otros de carne o de hueso. De semillas también; de humo, de fuego, de polillas, de arañas... Qué risa escribir esto. No sé porqué me da tanta risa. Creo que algo también está cambiando nuestro humor.




6

Déjame que mire... sí, es una mantis. La que me está haciendo reír es una mantis. No sé de qué se ríe la jodida, pero cómo se ríe.




7

Ha pasado el momento mantis, y el otro, me refiero al momento oruga arrastrada, pino rojo, conejo que huye. Ahora volvemos a estar por aquí. Preparamos pasta de dientes casera, los tres. Mejor dicho, ellos dos, -yo participo olfativamente-, mientras el perro cuida la casa, afuera.




8

Ella me ha dicho: tienes que decir serpientes. Tiene razón,  las serpientes también nos rondan y casi me olvido de ellas. Debe ser la primavera.



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