martes, 9 de abril de 2013

El sombrerero loco no solo bebe té

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Soñé con el mejor follador del mundo. Vivía en Buenos Aires, en una casa como un circo. Andaba rodeado de gente. Todos parecían felices a su lado. Me dijo que le gustaba experimentar las propuestas de la vida en sí mismo; que desde hacía unos años se dedicaba a vivir el caos, a entender sus reglas.

Tenía una novia muy bella, simpática, morena bailaora de flamenco. Entre ellos, un pacto de amor abierto carnalmente a otras criaturas. Ella parecía no sufrir los constantes embates de las féminas que andaban -ofrecidas y juguetonas- alrededor de su hombre. Éste, lejos de ser el más guapo, era tirando a feo, a muy feo. Sin embargo rezumaba una belleza inenarrable transmitida a través de una actitud algo golfa, burlona y absolutamente amorosa. Me gustaba su atuendo: pelo largo -canoso y desprolijo-, chistera negra, chaleco con insignias de todo tipo, tejanos...y su brillo.

Después de un rato de estar a su lado, viendo el ir y venir de toda la troupe que lo rodeaba, comencé a sentirme hechizada por su presencia. Este hechizo me volvía tímida, me turbaba. Él lo notó -su novia también- y me dijo: desde siempre he buscado la vagina dorada que me llevara más allá de mí. Sé que cuando la encuentre le seré fiel. Para siempre.



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