martes, 4 de septiembre de 2012

Y de pronto la muerte

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Muerte, vienes a contarme cosas,
a hablarme
a explicarme.
Y no puedo... muerte; no puedo seguirte:
he bebido vino
y para hablar contigo quiero estar sobria.
Vos podés contarme lo que quieras,
y en este estado, entenderé lo que pueda..
Pero igual, muerte, contame.
Explicame, aconsejame.
Trataré de estar, de recordar mañana
o tal vez volverme sobria en hoy.

Te siento a mi lado
sonriendo
dando significado a mis días
y yo, aquí, pensando en bueyes perdidos.
Dando vueltas, mirando las baldosas de mi estrecha habitación.
Con humor, eso sí, pero dando vueltas al fin y al cabo -y no como derviche-.

Por eso me asombra encontrarte hoy, en medio de estas vueltas. Me sorprende que quieras hablarme. Hasta me causa gracia sentarme en este rincón para escucharte y mirarte. Y además no tener miedo. Es el vino- pienso. Y sé que no. Sé que te estaba esperando, que te estaba pidiendo, que estaba buscando este encuentro. Y aquí estás, haciéndote sentir, con ganas de hablar... de mí, de la vida, del misterio.

Dejame un ratito, no te vayas. Tengo un café listo. ¿Quieres uno? Un cafecito suave, aromático y un cuaderno de notas a mano por si de tus palabras surge un poema.

Contame, muerte, que te escucho con el cuerpo y te hablo con los dedos.
Contame lo que sea...

Silencio, enorme.

(Ya hablas); (¡te escucho!)

(…)

gracias.


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4 comentarios:

David dijo...

Precioso Dinorah.
Un abrazo.

din dijo...

Gracias David.
Otro abrazo.

Anónimo dijo...

Dinorah...

Siempre me inquietaron las conversaciones con la muerte... porque sé que cuando viene, más que algo físico... "muere" algo emocional

Miles de abrazos cascabeleros!
Eva

din dijo...

Sí: mueren cosas y nacen otras... Y no deja de ser inquietante ya que la muerte te pone en contacto con el gran misterio -el que somos y el que nos rodea-.


Un abrazo lleno de vida!