lunes, 25 de abril de 2011

El viajante de sueños

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El desconocido llegó al atardecer, cuando todos ya estaban en la taberna. Entró en silencio y se acercó al mostrador. Pidió una jarra de cerveza. A la luz de los primeros candiles, los hombres vieron que llevaba los tatuajes propios de “los viajantes de sueños”. Algunos, temerosos, se alejaron de su lado. Otros, sin embargo, se acercaron a él y le pidieron que les viajara un sueño.

El desconocido aceptó en silencio. Los temerosos se despidieron. Los otros -como la tradición indicaba- le entregaron, cada uno, una moneda de plata.
El hombre del mostrador le ofreció una copa de hidromiel que el viajante rechazó.

El desconocido se sentó en una silla junto a una mesa destartalada. Los demás le rodearon. El viajante de sueños cerró los ojos y pronto todos se vieron en un jardín extraño, tupido de plantas delirantes. Toda la vegetación del lugar tenía algo animal. Habían árboles medio humanos, arbustos casi delfines, enredaderas abejas.

Cada hombre se vio a si mismo de otra manera, vestido como nunca lo hubiera imaginado. De a poco todos fueron entrando en diferentes sueños. Individuales sueños, a donde los demás no llegaban. En el sueño de cada uno apareció el viajante de sueños. Les susurró algo en el oído, palabras que eran un regalo para cada hombre. Y les entregó a cada uno un papel.

El viajante abrió los ojos. El día seguía atardeciendo y en la taberna había silencio. Los hombres miraron los papeles que tenían en la mano. Cada uno leyó el suyo para sí mismo. Después de leer se fueron marchando como inspirados por algo: unos se fueron alegres, otros en paz, algunos con tristeza.

En la taberna quedó el viajero de sueños apoyado todavía sobre la mesa destartalada.
Con una sonrisa, el hombre del mostrador, le acercó otra cerveza.


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5 comentarios:

carla carissimi dijo...

la hidromiel demasiado ligerita para emprender ese viaje.me encantó hasta el final,me dieron unas ganas locas de emprender un viajecito con éste hombre.qué buen rato me pasé con Dinorahoy!

din dijo...

¡Gracias preciosa! A mi también me dieron ganas de que me viajara un sueño... Un beso!

Eva Hibernia la peregrina dijo...

Qué precioso este viaje-escrito,
qué sabor tan mítico
qué ganas de encontrar la taberna fantástica y el sueño en círculo.

Te veo viajera de los caminos, tatuada, y con los bolsillos llenos de monedas de plata

din dijo...

¡Qué bonita visión!

Se puede probar...

Beso grande.

carla carissimi dijo...

pero el pelo igual de largo y las tetas al aire!