.
Hola, quisiera saber si tiene a mano algún héroe -no hace falta que sea superhéroe-.
Mmmm... déjeme pensar...
recuerdo que hace algún tiempo había uno, pero... espere voy al
fondo a ver si lo encuentro.
Se queda esperando,
tamborileando con los dedos sobre el mostrador, mirando de vez en
cuando la vidriera y la calle. Al fin vuelve el dependiente.
Mire, no nos quedan
héroes. Lo siento.
¿Y no puedo encargar
ninguno para dentro de unos días?
Me temo que no. Ya no
quedan héroes en el mundo, se han agotado o extinguido.
No, de ninguna manera, no
le puedo creer. Eso no es cierto.
Señora, que sí, créame.
Al principio duele saberlo... pero es la verdad.
Jo... Voy a llorar -y
empieza a llorar-.
El dependiente le acerca
un pañuelo, blanco, de papel. El hombre es mayor, se le ve
compungido.
Disculpe que me ponga así,
no estaba preparada para saber esto.
¡Qué se le va hacer! Así
es la vida...
¡¿Cómo que así es la
vida?! Perdóneme, pero una vida sin héroes, no es vida. Y yo quiero
vivir. Así que no me queda más remedio que convertirme en héroe,
bueno, en heroína en mi caso. Lo digo porque soy mujer.
¡Ah, señora! Piénselo
usted bien, no se deje llevar por la emoción del momento. Es muy
jodido ser un héroe.
¿Y usted como lo sabe?
Y...en una época conocí
unos cuantos.. y créame: era duro estar en sus pantalones.
¿Y qué pasó con esos
cuantos?
Unos enloquecieron, otros
murieron, algunos se hicieron banqueros.
No me importa. Me dedicaré
a la heroicidad. Y ya veremos a dónde me lleva todo esto. Por ahora,
le pido que me traiga una capa y un antifaz. Además quiero que usted
sea mi padrino de vida heroica y me tome juramento.
Perdone pero no puedo ser
su padrino. Sería terrible para usted. Fíjese: hoy en día los
héroes están perseguidos por la policía y por la chusma. Piense
que en cuanto se detecte su nueva actividad, en primer lugar vendrán
a este negocio a preguntar si la he visto. Y yo no sé mentir.. va en
contra de mis ideales.
¿Ideales ha dicho? Acaso
¡usted tiene ideales! ¡Conserva ideales!.. es un honor saludarle,
no puedo creerlo. Es mágico conocerle. Sabía que tenía que venir
aquí.
Shh... no lo diga muy
alto. Sí, tengo mis ideales y soy fiel a ellos. Pero lo mantengo en
secreto para poder actuar con total libertad sin ser sometido por las
fuerzas de la realidad actual. Así que como le iba diciendo, no
puedo ser su padrino.
Al contrario señor. Usted
tiene que ser mi padrino puesto que usted tiene ideales y ¿qué es
un héroe sin ideales? Nada... Sea usted mi padrino, por favor.
¿Y si vienen a buscarla?
¿Y si cuento que la vi?
No pasa nada, como buena
heroína me haré responsable de mis actos y peticiones. Sea
usted mi padrino, se lo ruego.
Está bien, que así sea.
Acto seguido los dos van a
la trastienda.
La mujer se pone un
vestido color rosa con florecillas blancas, una capita de color
salmón y unos anteojos de sol -su antifaz-. Está seria. El
dependiente trae el “Libro de oro de los Héroes” y lo coloca
ante la mujer mientras ésta abre desmesuradamente los ojos al ver el
volumen. El dependiente le da a la mujer una pajarita de papel, ella
la acepta y la guarda entre sus ropas.
¿Jura solemnemente que en
todo momento de su vida se comportará como un héroe -una heroína
en su caso-?
Juro.
Entonces dele un besito a
la tapa de este libro sagrado.
La mujer besa la tapa.
Una ráfaga de viento
huracanado entra en la trastienda. El dependiente sonríe y se quita
las gafas, los ojos le brillan demasiado. ¡Lo sabía!- grita la
mujer- ¡es usted un héroe! El dependiente ríe mientras sus
cabellos se tornan dorados y su expresión salvaje. Alrededor de
ellos se materializan hombres y mujeres fuertes, silvestres,
aguerridos y en ese momento nuestra heroína comprende que no está
sola en medio de un mundo sin honor.
...Y que aunque estén
escondidos, los héroes siguen existiendo. ¡Qué felicidad!
.
2 comentarios:
aquests contes em semblen hipnotitzants,suspicaços,esperançadors, bells...
a mi em connecten amb l'espurna viva que ens fa viure i embelleix la vida
gràcies Dinorah
Gràcies!
Publicar un comentario