lunes, 20 de febrero de 2012

Amor de libros

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Fui y compré dos libros.


La librería huele a viejo, a húmedo, a medioevo. Me encanta.
Husmeé entre sus tomos, olisqueé como un perro el aire cargado de letras.
Afuera iba oscureciendo. Adentro, luces amarillas.

Me acerqué más a las estanterías, no tanto por mirar libros, sino para sentir el olor de la madera vieja, limpia, perfumada de tronco, pintura y años. Tuve que disimular: percibí que la librera me lanzó una mirada extraña justo cuando acariciaba el estante con mi nariz. Me quedé inmóvil y, esperando pasar desapercibida, canté en voz baja una tonadilla intrascendente. Estuve así un rato, cantando, acariciando libros con mi mano, oliendo. Cerré los ojos: ¡la gloria!

Apoyé mi cabeza contra la estantería mientras seguía olfateando, tocando lomos y texturas. La librería vacía de gente, la librera en sus cosas, yo en las mías, la luz del lugar, la noche de afuera, esos libros... Y ese placer que conozco de otras horas que comienza en mi boca, recorre mi cuerpo, se contonea en mis pezones, los estira y va bajando, haciéndome cosquillas, hasta llegar a mis lugares más íntimos y lúbricos. Comencé a reír bajito. A jadear, también. La librera me preguntó si estaba bien, si me pasaba algo. Sin mirarla la tranquilicé con una voz -no tan mía- profunda y algo ronca. Respiré tranquila, abrí los ojos y sintiéndome feliz elegí un libro al azar. Luego otro. Los pagué y salí.


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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Dinorah...
cuéntame dónde está esa librería que la quiero visitar...
Un abrazo cascabelero!
Eva.

din dijo...

Jeje...(Más tarde te lo digo al oído, en secreto)... (Para que el lugar no se llene de gente).

Abrazo de pergamino y tinta china.

David dijo...

Precioso Dinorah, me encanta leerte, haces que me separe por unos instantes de la realidad.
Un abrazo

din dijo...

¡Oh! ¡Qué piropazo, David!
Gracias y otro abrazo.

Eva Hibernia la peregrina dijo...

más que amor...cachondeíto

reconozco lo escrito como si lo estuviera viviendo, pero la librería se va volviendo más mitológica, un espacio que una vez fue y del que surgió un catarismo.

din dijo...

Está claro que el catarismo surge en los lugares más extraños e irreverentes. No hay nada que hacerle...

Besos de piedra y castillo.