martes, 12 de julio de 2005

Dualidad

Míralo: está ante tí.
Es el príncipe que buscabas.
Hermoso, alto, guerrero, sensual y santo.
Está ante tí
y tú estás viviendo
el amor que tanto anhelabas.

Enhorabuena...

Ante tí está tu príncipe
y tú le das la espalda.
Enfadada
porque no ha dicho las palabras que esperabas,
porque hoy ha olvidado alabar tu belleza,
porque no te ha rendido pleitesía.

Enfadada
porque el amado ha pensado diferente,
se ha mostrado brusco y libre
y tu lo quieres hombre y libre, sí...pero manso,
siempre manso.
Lo quieres hermoso y títere en tus manos.
Lo quieres hermoso y que no se vaya de tu lado
ni en sus opiniones,
ni en sus gestos,
ni en sus ilusiones.

Míralo:
Él se está explicando
y tú te retuerces por dentro
porque quisieras bajarte de tu pedestal
de Reina Enfadada
y abrazarle y amarle
y pedirle disculpas
(porque sabes que esta ira tuya es un disparate),
pero no lo haces...

Continúas pétrea en tu trono egoico.
No puedes ahora deshacer tu personaje,
continúas piedra cristalizada.

Es terrible comprobar
que en realidad
eres más fiel a tu dolor mezquino
que a tu amor magnífico.

3 comentarios:

gabriel dijo...

el orgullo femenino?
la condición humana?
bueno, es un rato nomás
luego se compone

din dijo...

Tenés razón!

Matego dijo...

A veces el orgullo se hace presente pero es algo, que aunque forma parte de nuestra vida, no tiene derecho a elegir por nosotros porque puede que en el futuro no estemos de acuerdo con su caprichosa elección. Vence esa tentación y has una elección que en verdad represente quién eres tú. Saludos.