sábado, 14 de marzo de 2015

En ese lugar intermedio, nos encontramos.

 .

Como si el tiempo no pasara
por tí.
Es que leo cuentos de hadas,
le dije.
¿Por eso llevas esos zapatos?
Sí, le contesté, mientras
ella abría la boca aceptando
la cucharada de puré.

(Las sábanas blancas
de hospital,
el pasillo,
una ventana...)

¿Es por eso que la noche te acompaña, que pareces dormida y besas ranas? ¿Es por eso que comes manzanas?
Puede ser; nunca tengo nada del todo claro.

Dejamos el plato, se puso las gafas. Empezó a tejer.
Sus manos delgadas, frágiles, creando puntos azules.
Los cabellos recogidos. Su presencia era un soplo: se estaba yendo.
Le acaricié la piel finita de la cara; ella sonrió sin levantar la vista del tejido.
Tuve el impulso de abrazarla, pero no lo hice.

Siempre quise conocerte, le dije, y tuve que venir a cuidarte
a este sueño de hospital, para que supieras que te amo.
Lo sé, contestó. Por eso te recibo.
Me dió el pan que le trajeron con la comida:
desmigájalo, me dijo, y sigue el camino; te llevará hasta un lugar encantador.
Y con mi bendición, te doy este regalo nietecita:
te desvinculo para siempre de mis sueños irrealizados,
te vinculo a tu destino, te dejo libre para que seas.

Siguió en el tejido hasta que lo acabó. Me puso la bufanda sobre los hombros.

Se quitó las gafas, las dejó a un lado.
Nos quedamos mirándonos a
los ojos
un largo, largo
rato.

.

4 comentarios:

Así si dijo...

Qué hermoso. Qué sanador.

din dijo...

Qué alegría. Leerte :)

monica dijo...

Cuánta belleza Dinorah! He quedado atrapada en los puntos azules de esa bufanda, y luego liberada con esa mirada...Gracias,gracias.
Un abrazo largo.

din dijo...

¡Gracias!