viernes, 2 de marzo de 2012

Casa en la arena

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Una casa, oscura madera carcomida por el agua,
construida sobre la arena.


Muchas ventanas, sin postigos ni cortinas,
permiten ver los médanos.


Si están abiertas,
la brisa marina trae voces de gaviotas,
el sonido de los pastizales en movimiento,
noticias,
intuiciones.


Cerradas, crean un mundo interior
insonoro y luminoso
desde donde observar el exterior.


Una casa pacífica,
ideal para tomar el té,
o para no comer.


Casa de creación,
de tomar el fresco en el porche
mientras crujen los tablones y el día camina.


Solitaria y apropiada para recibir
visitas,
ciertas visitas.


Por ejemplo, una vez vinieron tres que eran familia. Vestían de blanco,
eran hermosos y queridos. Los hice pasar y hablamos del cambio que tenían
pensado hacer.


En otra ocasión, vino a la casa un amigo. Creamos juntos una obra de teatro
y la transmitimos on-line para Argentina y España.


A veces pasan pescadores por los caminos de arena.
Me saludan.


A veces voy al mar con los
míos.
Y vuelvo
feliz.


Creo que es una casa barco que navega por la arena -sé que se desliza por ciertos lugares de Rocha, en el Atlántico- porque de vez en cuando el paisaje de la playa cambia. Le gusta visitar las dunas.


Es una casa de sueños.
Seguramente, yo misma.


¿Y por qué, Dinorah, estás escribiendo acerca de esto?
Porque disfruto al habitarla y al crearla.


Y porque tengo ganas.




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2 comentarios:

marina dijo...

creo que somos vecinas

din dijo...

Creo que también. Los médanos dan para mucho.