lunes, 13 de junio de 2011

Territorio Ondina (1)

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1)

Entre ella y yo un fuego. Nos miramos en silencio a través de la llamas. Ella es anciana; yo también. Nuestros cabellos son blancos, largos, sueltos.

Ahora, ya en la oscuridad de la cabaña, se despiertan en mí viejos recuerdos de mi niñez. Las piedras están calientes. Mi bella amiga tira agua sobre ellas permitiendo que liberen su saber. Por mi cuerpo viaja un suave río de sudor.
La cabaña es nuestra madre; en su interior mi amiga y yo somos hermanas. Estamos solas dentro de este vientre cálido.
Resuenan nuestros tambores redondos, cantamos, elevamos rezos, invocamos. Solas las dos como hermanas. De vez en cuando el muchacho que cuida el fuego nos trae más abuelas piedras. El lugar arde. Cantamos. Respiramos ese fuego húmedo sin parar de cantar...

El tiempo desaparece: se produce el salto. Entonces ella y yo entramos en contacto con la respuesta que buscamos.


2)

Corren tiempos duros para los nuestros. La Tierra sigue su ciclo, pero los nuestros están agotados, perdidos... descorazonados. Buscan una esperanza, una palabra preciosa que desarme la antigua profecía. Soy la encargada de llevarles esa palabra. Una palabra que no encuentro. En su lugar les llevaré otra, no esa que tanto esperan. No esa.

Y sin embargo, sé que el mensaje que les llevo es el mejor de todos...

¿Estarán dispuestos a entender?


3)

Amanece. Nos sumergimos en el lago helado. El frío es enorme; a pesar de él, nos quedamos un rato disfrutando acunadas por las aguas.

Al fondo, lejanas, las montañas...

Nos sentamos en la orilla acurrucadas entre las mantas; nuestros largos cabellos mojados, enredados, cayendo sobre nuestra espalda. Estamos en comunión sin palabras. Mi vieja amiga deja escapar una lágrima y a mí se me enternece el alma..

4)

Unas ondas pequeñas van dibujándose sobre la superficie quieta del lago y emerge la Mujer del Agua. Sus largos cabellos oscuros caen a los costados de su cuerpo. Ella es tan hermosa... No hay palabras para explicar lo que el corazón siente ante su belleza. Escuchamos su canto armonioso diferente a todos los cantos.

Se va extinguiendo el último eco de su voz de plata, ella nos mira esbozando una sonrisa niña, que va más allá del tiempo y todos sus sinos. Nosotras hacemos un movimiento con nuestras cabezas agradeciendo su presencia. Y la mujer del lago vuelve a sumergirse...


5)


Tres jornadas de viaje me esperan. Los míos viven al otro lado del lago. Les llevo de regalo un extraño designio que seguramente tomarán como mensaje amargo. Sin embargo me siento neutra.
Al despedirnos, mi amiga y yo nos miramos largamente a los ojos: a pesar de los siglos transcurridos, a ella le sigue doliendo el sufrimiento de los hombres. A mí ya no.

Ya no.


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3 comentarios:

Eva Hibernia la peregrina dijo...

me sumerjo en el cuento, su misterio, sus rincones frondosos, oscuros, abovedados...el sabor del viaje y de una larga eternidad dando vueltas, el poso épico, y la soledad de la pureza. gracias por este cuento que en mí ha actuado como un bálsamo.

marina dijo...

qué lindo viaje....salvo por lo de bañarse en el agua helada bien podría verme allí contigo.....me encantó.

din dijo...

Gracias a las dos. Vuestros comentarios me arropan.

Abrazos!