sábado, 17 de julio de 2010

Viaje a Jardín

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La inmensa mayoría de los viajeros asegura que el viaje a Jardín es una auténtica odisea. Y en verdad requiere pericia, paciencia y ganas viajar en esa dirección y con ese destino.

A Jardín se puede acceder, básicamente, a través de tres medios o entradas, a saber: Bosque, Mar y Castillo. Jardín tiene frontera con estos tres lugares y, a veces, estos tres lugares están contenidos en Jardín.

Se sabe de algunos casos bien documentados de gente que accedió a Jardín buscando Castillo, o viajando hacia Mar. También hay otros casos que hablan de viajeros que llegaron a Jardín vía Posada o vía Retorno a la Inocencia.

Hay un caso famoso: el de un príncipe que ya vivía en Jardín y salió de él en busca de un Pájaro de Oro, vivió mucho tiempo fuera y luego regresó. Otro caso similar sucedió hace mucho, mucho tiempo atrás, en el principio del verbo, cuando no había futuro, ni pasado, ni presente, y Jardín ocupaba toda la Tierra. Pues en ese tiempo, ocurrió que un hombre y una mujer decidieron abandonar Jardín y la Tierra cambió y Jardín se escondió. Dicen los que saben, que el hombre y la mujer siguen buscando el camino de regreso a Jardín...

La travesía para acceder a Jardín, en todo caso, es ardua y fatigosa. Hay que atravesar ciénagas y desiertos, bosques frondosos cargados de alimañas salvajes y de frutas que tienen el poder de adormecer al viajero que las prueba, mares profundos y oscuros... la muerte puede asaltar al viajero en cualquier momento. El peligro acecha a cada paso. Muchos viajeros, ante tantas pruebas, abandonan el camino unas veces por miedo, otras por pereza y desconcierto... Muchos se pierden...

Dicen los que saben, que a medida que se transita el camino, el viajero que ha pasado por tantas aventuras comienza a sentirse liviano como un niño contento. Cuentan que esa liviandad va creciendo y el viaje comienza tornarse agradable como jugar a la rayuela o como correr con los brazos abiertos. El viajero a esta altura del camino, comienza a entender los mensajes que dan las abuelas que cosen sentadas en los brocales de los pozos. Puede disfrutar viajando sobre las colas de los zorros que corren como el viento; tener mucho sentido del humor; ver unicornios, acercarse a ellos... tocarlos... sentirlos... sentirse... Y sintiéndose a sí mismo, llegar a un lugar interior, especial, único, donde hay una entrada, una puerta a Jardín, que en el comienzo del verbo, cuando un hombre y una mujer se fueron, decidió esconderse dentro, muy dentro.

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