viernes, 8 de enero de 2010

El cuento del abuelo y la nieta.

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Me sitúo en materia: es una tarde otoñal, estoy en uno de los espacios artúricos (la biblioteca de mi barrio) y escribo para comenzar a volar.
Desde la ventana veo la calle bulliciosa. Pasa un rato antes de poder instalarme en el sueño. Despacio comienza a emerger otra imagen... tengo que darle su tiempo para que cante su arte... La imagen crece, se superpone a la de la calle... Ahora sí: ya están juntas.
La calle bulliciosa y la pradera solitaria. Desde ésta, mi ventana, veo una inmensa pradera solitaria, que se pierde en un cielo infinito color rosa que atardece.
La luz va desapareciendo, desde mi ventana anhelo el exterior... Estoy esperando... y la espera es nostálgica. En realidad no soy yo quien espera, es un otro, una otra quizás...

La ventana del otro es pequeña, apenas asoma sobre el muro de piedra. Alguien, un anciano postrado ante un fuego, le pide al otro que cierre la ventana. El anciano tiene barbas largas y blancas y el resplandor rojizo del fuego le ilumina la cara. Ahora miro desde el calor de la chimenea. Veo bien al hombre viejo, aunque la habitación (a pesar del fuego) es oscura y no me permite visualizar al otro, sé que la ventana está cerrada e intuyo que el otro es doncella. Se acerca al anciano y se sienta junto a él en un escabel frente al fuego. La veo, muchacha carita de luna llena, ojos soñadores que esperan. Silencio. Crepitar de llamas. La muchacha se mueve, se levanta, alimenta el fuego. Coge su bordado. Vuelve al escabel.
El anciano se inclina sobre el hogar. Su mirada es profunda, amable. Estira una mano y toca el fuego. Lo acaricia. La doncella ha dejado de bordar y observa. El hombre coge una llama y sonriendo, muestra a la muchachita, su mano cóncava con un fueguito diminuto.

- “¿Esto es magia, abuelo?”
- "Linn... todo es magia, todo es sueño".

La llama en la mano coge forma de hombrecillo. Trepa por el dedo corazón del viejo y le muerde la yema.
El hombre se carcajea y vuelve a depositar al pequeño ser en el corro flamígeo donde juegan sus hermanos.

- “Como ves –dice el hombre- el fuego es un alma formada por muchas almas. Como nosotros, como todo lo que nos rodea”.
- “No entiendo la idea de estar formada por muchas almas”.
- “ Tu alma es única, querida, aunque ha recibido la fuerza de muchas otras: de todos los hombres que vivieron aquí, en estas tierras, de todos los seres de este mundo y de las estrellas, de las diversas generaciones de nuestra familia, de la mezcla de cuentos y leyendas: somos uno y muchos.
- “ Abuelo ¿y el fuego de mi corazón, de qué está formado?”.
- “ Está formado por llamas caballos salvajes. Rojos caballos impacientes, hermosos, que quieren saltar todas las vallas y correr hasta el infinito”.
- “ ¿Y eso es amor, abuelo?”.
- “ Eso es comienzo de amor. Es pasión. Es sangre joven corriendo desbocada al encuentro de la vida”.
- “ Sí, a veces me siento como un caballo... Y con gusto me iría lejos. Este lugar se me hace pequeño. Me siento raptada por una magia que me duele en el pecho. Y este dolor me impacienta, me hace llorar... También me asusta pensar que el que tiene el alivio para mi mal no llegue a sanarme. Esperar me cansa y me entristece... ¿Qué magia puedes darme para esta enfermedad?


El anciano, entonces, señala la puerta de la habitación.

- “ Linn, abre esa puerta”.

La muchacha abre la puerta y un asombro sin límites comienza a ganarle el cuerpo.
De pie, sola y en medio de una habitación desconocida, ve a la mujer más hermosa. El rostro de la extraña revela una tristeza insondable. La mujer parece percibir algo, recorre la habitación con la mirada para terminar posándola en los ojos de Linn.
La imagen duró unos instantes, luego se disolvió y la muchacha volvió a ver –con sus ojos cotidianos- la misma escalera de siempre, a través de la cual se llegaba a la habitación de su abuelo. El entendimiento de Linn comenzaba a descifrar un lenguaje distinto: algo grande acababa de impactar en su alma.

- “ Es la reina Ginebra –dijo el abuelo-. Está en el castillo del señor de la Muerte, esperando ser rescatada”.
- “ ¿Desde cuando está ahí?”
- “ Desde siempre... Y aunque sea rescatada (que lo será) siempre permanecerá en ese sitio. En alguna parte de este sueño, Ginebra, siempre estará esperando y agonizando la espera”.
- “ No entiendo abuelo, no entiendo”.
- “ Claro que entiendes –dice el hombre sonriendo mientras acaricia la cabeza de su nieta-, solo que aún no lo sabes. Y para que sigas entendiendo(y tu corazón salvaje deje de correr tanto en tu pecho), te contaré cómo, el osado y maravilloso Lanzarote, se enfrascó en una increíble aventura para rescatar a Ginebra, su dama, su amiga, su diosa, su reina...


Tres dimensiones se tocan al calor de la voz del anciano; en una de ellas está el hombre contando la leyenda, en otra está la reina Ginebra escuchando un murmullo lejano, casi imperceptible, en la tercera estoy yo, escribiendo.
Mientras el anciano cuenta puede ver todos los mundos, me guiña un ojo y sonríe, reverente, a su señora Ginebra.

Vuelvo a mirar por la ventana. Bullicio callejero, noche ya.
Se ha cerrado mi otra ventana y estoy en la biblioteca, espacio artúrico de mi materia.Escribo en otoño, en Barcelona, ciutat condal, en medio del Universo.



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3 comentarios:

Basiliskus dijo...

Hola Din! =D!!

Volviendo a las andadas por aquí, y en lo referente a este post, gracias por devolverme a la lectura poética y reflexiva. Esto es arte y un verdadero cuento, y no cochinadas comerciales como Harry Potter, crepúsculo o esas cosas.
Este texto me llenó de paz y de revelaciones maravillosas. Anhelo también un cielo rosa y presenciar, de manera invisible y directa este momento inmortal frente a la chimenea en tu cálido y reconfortante mundo otoñal. No te digo que casise me desbordan las lágrimas con ciertas líneas tuyas, tales como "Todo es magia, todo es sueño" y "Tu alma es única, querida, aunque ha recibido la fuerza de muchas otras: de todos los hombres que vivieron aquí, en estas tierras (...).
Sigo insistiendo en que deberías animarte a contactar con algunos productores de cine de arte.
Tus cuentos y relatos se antojan para apreciarse también en la pantalla grande y chica.

Basiliskus dijo...

Así, ahora continuo. En fin, gracias por escribir aquí. Sé que por este medio puede parecer algo incierto y hasta no creíble, pero leerte es terapéutico. Gracias nuevamente y estamos en contacto. Saludos desde México hasta tus tierras físicas y mentales =D!
Un abrazo desde aquí, felicidades y felicitaciones por tus escritos. =D!

din dijo...

Basiliskus: te agradezco estos comentarios. Me gusta escribir por aquí: le escribo al vacío. Me gusta cuando alguien lee y tiene interés en comentar lo leído. Y en cuanto a lo de ofrecer estos escritos a cineastas: te los ofrezco a tí. Un gran abrazo.